sábado, 15 de mayo de 2010

El inconsciente es el discurso del Otro


Usted sabe que hay tres grandes heridas narcisistas en la cultura de Occidente. La de Copérnico: no somos el centro del universo, el Sol no gira alrededor sino al revés; la de Darwin: descendemos de los primates, y la más terrible (Oh cuanto dolor nos ha producido esto!): la del maestro vienés, Freud. Que nos dijo: la conciencia es una pobre cosa determinada por algo que he decidido llamar inconsciente. El inconsciente es todo eso que la conciencia ha reprimido para poder vivir en medio de la cultura. La cultura implica la represión de las pulsiones más genuinas del individuo. Según Foucault, el gran hallazgo de Freud es haber descubierto ¨que la conciencia reposaba sobre la inconsciencia¨. Detesto esta fórmula porque vivo en un país - el único en América Látina- que ha tenido la excepcionalidad en el campo de los derechos humanos de juzgar a los represores del genocidio del que fue víctima.¿Cómo juzgarlos sin una teoría de la conciencia entendida como lucidez, auténtica deliberación y absoluta responsabilidad? En lugar de acudir a libros del Tata Yofre, Astiz debió esgrimir la teoría del inconsciente de Freud. Y la específica formulación que le acaba de dar Foucalt: ¨la conciencia reposa sobre la inconsciencia¨. Flaco favor le ha hecho aFreud su admirador francés. La cosa, en Freud, es más compleja. Más atractiva se presenta en Lacan. Llacan lleva el inconciente al terreno del lenguaje y establece dos fórmulas de gran valor para nosotros. Lacan ni lo habrá pensado pero hoy (en el siglo de las comunicaciones, en el siglo de la colonización del sujeto por los medios) las fórmulas ¨el inconsciente está estructurado como un lenguaje¨ y sobre todo ¨ël inconsciente es el discurso del Otro¨ son formidables. Sí, el inconsciente es el discurso del Poder. ¿Qué busca el poder? Colonizar las conciencias. Si ¨la consciencia reposa sobre la inconsciencia¨, entonces lo que realmente busca el poder es colonizar la inconsciencia. De aquí la formidable fórmula de Lacan (que ni la pensó para esto): ¨El inconsciente es el discurso del Otro¨. Tomemos el ejemplo sublime del tachero argentino: durante todo el día escucha, a través de la radio, el discurso del Poder, el discurso de Otro. Lo recibe pasivamente. Ese discurso (que el receptor no elabora en modo alguno) trama la estructura de su inconsciente. Lo mismo le pasa al elegante empresario que lee La Nación o Ambito Financiero. Si lee La Nación todos los días su inconsciente ¨es el discurso de Morales Solá¨. ¿Cómo no va a ser elegido Morales Solá el periodista del año si el inconsciente de la clase media alta y el de los empresarios está constituido por ¨su¨ discurso? O sea, ¨el inconsciente de la derecha argentina es el discurso de Morales Solá¨. Sucede sin embargo, que Morales Solá no es ¨el Otro¨ de la derecha argentina, ya que forma parte de ella. Pero ese discurso es comprado por la clase media-media y se difunde por amplios sectores de la población. En suma así como el poder tiene que conseguir que su verdad sea la verdad de todos, tiene también que conquistar con su discurso mediático el inconsciente de los otros. A esto le llamo la colonización de la subjetividad.


(...) Hay relaciones de poder, que son siempre relaciones de fuerza y sometimiento. Si yo tengo poder poder es para que el Otro se calle o diga lo que yo le he enseñado a decir. Toda una sociedad es capaz de hablar un mismo idioma. Entiendo aquí por ¨idioma¨ un sistema de ideas. A ese sistema de ideas solemos decirle sentido común. La gran tarea de los medios es crear ese sentido común. Por ejemplo: los bolitas y los perucas nos vienen a sacar el trabajo. Está lleno de montoneros. Está sediento de venganza. Gobierna una pareja que toma las desiciones en el dormitorio. A los chorros hay que matarlos. Los chorros son negros que no quieren trabajar. La culpa es del gobierno que les da plata. Que suerte que está Pino: nos salva de votarlo a Cobos. Queremos ser opositores, pero todos los otros candidatos nos condenan a ser derecha. ¡Suerte que apareció Pino! Nuestro orgullo y hasta nuestra elegancia de progres estña salvada. Ahora, con él, somos opositores...de izquierda. ¿Qué haríamos sin el campo? Este país siempre vivió del campo. ¿Sabe lo que me preocupa a mí? Me da cosa decirlo, pero es como si estos montoneros de mierda fueran los únicos capaces de gobernar este país. ¡ A ver si tenemos que votarlos de nuevo! (Nota: Como se vé, aún el sentido común largamente trabajado por los medios, tiende a erosionarse si no lo acompaña alguna praxis real , que le de un contenido verosímil.)



Texto extraídos del especial Peronismo, por José Pablo Feinmman. Nro. 128.


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